Carta de la Ciudad de México: ¿Puede la polarización construir democracia?

Uchas veces, el desacuerdo implica enemistad. La mejor apuesta para nuestro futuro es tender puentes entre los polos extremos

Courtesy of AP Newsroom.


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No existen democracias sin algún tipo de polarización, lo que no es en sí mismo nocivo ni patológico. En realidad, las instituciones democráticas están diseñadas para canalizar el disenso, permitir la competencia pacífica entre grupos y partidos, y procesar las diferencias entre mayorías y minorías. Una dosis de polarización puede ser consustancial a la vida en una sociedad pluralista.

La intensidad de la polarización difiere dependiendo del tema y de la influencia de quien difunde mensajes divisivos. No es lo mismo la polarización que genera la inauguración del nuevo aeropuerto metropolitano, que el clivaje que trae consigo el tema del aborto, cuya explicación tiene cortes histórico-sociales más profundos.

Cuando en México se usa el término polarización, éste nos remite a diferentes entendimientos: polarizaciones nuevas y antiguas, las saludables para el debate cívico, las destructivas, las estructurales y las de coyuntura. También se habla de la polarización basada en valores, la que produce la desinformación, la polarización online y offline.

Por consiguiente, conviene precisar el tipo de distanciamiento social que afecta los cimientos de la convivencia democrática en el país. Me refiero a la hiperpolarización que se observa en redes sociales y plataformas digitales, caracterizada por descalificaciones de todo tipo, resentimiento, discursos de odio, post-verdad e incitaciones a la violencia. De acuerdo con Luis Porto, con este tipo de encono, “se transforma la política no en lucha de ideas sino en lucha de afectos, de emociones de atracción y repulsión: ellos contra nosotros. Se pierde la identidad colectiva común y se produce una polarización identitaria”.[1]Porto, Luis, “La necesidad de reducir la polarización política: ¿nuevo contrato social o consensos en políticas específicas?”, Op Ed. 19 de diciembre de 2022, … Continue reading Lo alarmante de este fenómeno es que actores o grupos de poder promueven abiertamente la polarización, utilizándola como estrategia para impulsar intereses políticos, notoriamente, en contextos electorales.

Pongamos como ejemplo el accidente ocurrido en el Metro de la Ciudad de México en enero de 2023, que resultó en la trágica pérdida de una vida humana y varias personas heridas.[2]Un antecedente cercano fue la caída de un tren de las vías elevadas de la Línea 12 del Metro en mayo de 2021, que ocasionó 26 víctimas mortales y más de una centena de heridos. Los peritajes … Continue reading Aun cuando las evidencias sugieren fallas en el mantenimiento de las vías y de los trenes como la causa del percance, las autoridades capitalinas hablaron de “sospechas de actos malintencionados” y posible sabotaje, insinuando, sin mayor fundamento, un ataque deliberado para afectar la imagen de la actual Jefa de Gobierno y aspirante a la presidencia de la república. De inmediato, se anunció la movilización de 6 mil elementos militares de la Guardia Nacional para resguardar las instalaciones del Metro, una medida ampliamente cuestionada por gran parte de la ciudadanía de la capital. El tema en redes sociales adquirió la forma de un enfrentamiento entre los seguidores del partido en el gobierno y sus opositores, desplazando la discusión sobre las ineficiencias del sistema de transporte y la impartición de justicia para las víctimas. Al convertirse el Estado en un agente activo de polarización, se incrementa la desconfianza y la incapacidad para debatir soluciones a los problemas desde el interés colectivo.

Debatir es reconocer el desacuerdo y respetarlo, construir sobre él, encontrar las concurrencias sin obsesionarse con los puntos de división. De ese material se compone una ciudadanía democrática, un tejido que no pueden construir los gobiernos por sí solos, ni las instituciones electorales.

Este tipo de polarización, que erosiona la democracia y promueve la segregación, se alimenta de la competencia entre versiones opuestas de la realidad, en la que difieren ya no solo las opiniones, sino los mismos hechos, y en la que cada persona refuerza sus creencias en cámaras de eco, acudiendo a fuentes de datos ad hoc y a informaciones distorsionadas por la competencia político-electoral.

En este contexto, debemos cuestionarnos ¿cómo hacer para acrecentar la búsqueda de la verdad y disminuir la necesidad de caos, odio y agresión que caracteriza la polarización? Un posible camino es promover ejercicios de democracia deliberativa, que permitan encontrar espacios y puntos de coincidencia, esos acuerdos básicos que refuerzan la fe en la democracia y en la solución pacífica de los conflictos. Espacios que acerquen a la comunidad, a la juventud, a sectores trabajadores y a grupos en situación de vulnerabilidad, en una lógica de diálogo y búsqueda de soluciones a desafíos concretos. La gente se vuelve menos polarizada conforme se discuten problemas locales y no controversias identitarias.

Como muestran los ejercicios del profesor James S. Fishkin, Director del Centro para la Democracia Deliberativa de la Universidad de Stanford, el mero intercambio de ideas entre personas que piensan distinto reduce la animosidad y puede acercar las posturas extremas. Es necesario tender puentes entre los polos e incentivar, no reprimir, a quien descubra mediante el diálogo que las personas que no piensan igual pueden tener buenas razones para ello.

Uno de los grandes desafíos de la democracia mexicana es que el desacuerdo se vive como enemistad. Los rivales son vistos como contrincantes que no merecen tener voz, a quienes hay que aplastar junto con sus ideas divergentes. De ahí la importancia de lograr que la gente acepte la necesidad de coexistir. Hace falta lograr ese entendimiento elemental sobre los hechos y las verdades, un fundamento que nos permita conversar sobre nuestros retos con base en intereses comunes.

Debatir es reconocer el desacuerdo y respetarlo, construir sobre él, encontrar las concurrencias sin obsesionarse con los puntos de división. De ese material se compone una ciudadanía democrática, un tejido que no pueden construir los gobiernos por sí solos, ni las instituciones electorales. Se requiere la participación del sistema educativo, de las empresas, de los medios de comunicación, de las familias. Y ese diálogo empieza por impulsar una escucha inclusiva. Tal como señaló la ex primera ministra de Nueva Zelandia, Jacinda Ardern, es importante que la gente se sienta escuchada, aunque el resultado del proceso no le favorezca al final. De esa manera podremos superar el discurso divisionista que solo beneficia los intereses de algunos.

References

References
1 Porto, Luis, “La necesidad de reducir la polarización política: ¿nuevo contrato social o consensos en políticas específicas?”, Op Ed. 19 de diciembre de 2022, https://hojaderutadigital.mx/op-ed-la-necesidad-de-reducir-la-polarizacion-politica-nuevo-contrato-social-o-consensos-en-politicas-especificas/
2 Un antecedente cercano fue la caída de un tren de las vías elevadas de la Línea 12 del Metro en mayo de 2021, que ocasionó 26 víctimas mortales y más de una centena de heridos. Los peritajes concluyeron que defectos en la construcción de las vías y la fatiga de los materiales fueron la causa del accidente.
Javier González es Director, Desarrollo Institucional de Ethos Innovación en Políticas Públicas, México.
PRIMARY EDITOR: Joe Mathews | SECONDARY EDITOR: Eryn Brown
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